viernes, 8 de abril de 2016

Licenciada "Corta y pega"

Buen Día, Licenciada. Recientemente me enteré que usted concluyó sus estudios de nivel superior. Ahora que usted es toda una profesionista, la felicito; pues ya cruzó la delgada línea entre los que están en proceso de licenciarse, los que no quisieron estudiar, los que no pudieron estudiar y aquellos que no hicieron ni el más mínimo intento. Es usted sobresaliente.
¡Caray! espero no abrumarla con mis anécdotas, pues una persona tan ocupada como usted, raras veces tiene tiempo de sobra para lecturas superfluas.
Mi abuela fue maestra rural y los últimos años de su vida laboral fue directora de la única escuela primaria de mi localidad. Educó e instruyó a varias generaciones de estudiantes. Algunos son destacados profesionistas, otros no, pero supieron valorar la calidad de la educación que se les ofreció. Fueron buenos tiempos y buenas personas, pocos cayeron en la trampa de la vida fácil que promete la delincuencia.
Mi abuelo fue un hombre de trabajo que apenas terminó el tercer grado de primaria, siempre atento, muy noble y responsable. Se dedicó a la construcción y ¡Vaya casonas que hizo! a la fecha siguen destacando por su belleza y funcionalidad. No sólo eso, ambos viejos fueron ejemplo para muchas personas y a ellos debo mucho de quien soy. Lo más importante, me enseñaron a no ser chapucera ni pasarme la vida “saludando con sombrero ajeno” y respetar lo que no es mío; pero sobre todo, a trabajar siempre de manera honesta y dedicada, con calidad.
No sé, es parte de mi personalidad ser auténtica. El costo es alto Licenciada. Eso de caminar con la frente en alto y destacar por méritos propios es una costumbre que se está perdiendo. Yo creo que es porque la chapuza está de moda: ser chapucero está de moda.
Ayúdeme a entender ¿Cómo puede sentir su conciencia tranquila sabiendo que tiene un título ganado con chapuza? A mi me daría pena, profunda pena.
Pasa que es mi costumbre hacer mis tareas con esmero, dedicar noches de desvelo leyendo libros y decenas de copias y, aunque hay días en los cuales me quejo por la cantidad de trabajo y datos, no los cambiaría por un simple cut and paste que me dé el punto de pase o incluso, me haga acreedora a un premio como el que está enmarcado en la pared de su casa.
No se ofenda, no me dé la razón. No es envidia. Me da mucha tristeza que el mercado laboral está abarrotado de personas como usted en todas jerarquías. Tal vez usted y todas aquellas personas que van por la vida con ese cinismo característico de los chapuceros no dimensionan hasta dónde impactarán. Muchos serán replicantes en las aulas y compartirán con los pupilos esas mismas costumbres e ¡Incluso con sus propios hijos!, justificándose siempre en la “modernidad”.
Sí, la modernidad, como todos le llaman, es un arma de dos filos: por un lado hace la vida cómoda y llevadera; pero por el otro, ayuda a perder algunas habilidades propias del Homo Sapiens o lo que es lo mismo, nos hace un tanto cuanto inútiles.
Licenciada, lamento informarle que personas chapuceras como usted, produce ciudadanos irresponsables e indiferentes. Personas sin el más mínimo amor, respeto y veneración al conocimiento y quienes desafortunadamente terminarán banalizando los milenarios esfuerzos por acumular conocimiento en pro de la humanidad.
No le quito más el tiempo, Señora Licenciada. Me despido de usted y nuevamente, felicidades.
Marielle Gtz.

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